¡Ay que hueva!
He conocido mucha gente, de muchas clases y formas de pensamiento, toda esa diversidad repercute en la lengua y los albores de la comunicación. Y como es costumbre, los seres humanos nunca expresan lo que quieren decir, tal es el caso de Vicente Fox, que a su rescate esta Rubén Aguilar. Sin embargo los seres comunes, sin cargos ni poder, no contamos con la asesoria en imagen y comunicación como el celestial poder; me he encontrado en situaciones donde la gente no dice lo que siente y se vale de otras palabras para librarse de compromisos o deberes de cortesia. Recuerdo simpre haber escuchado la hueva o la güeva, una palabra que cumple la función de vocero, siempre hemos escuchado comenterios como: ¡Tengo hueva! ó ¡Ay que hueva!, como composiciones fonéticas cargadas de un mensaje pretextudo. He de reconocer que me jode la falta de sinceridad, y mas aun con esta expresión, mal usada sí consideramos que el mensaje no es precisamente un desgane ó agotamiento físico. Es clara la necesidad de una comunicación humana eficaz, digna de una lengua tan rica como el español, aunque no dudo que la intención del comunicador no es plenamente descortés sino simplemente del desconocimiento y analisis de una frase ó de una palabra.
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